Cristo de la Vera Cruz




Anónimo, antes de 1565
Parroquias de Toro
Toro (Zamora)


Imagen realizada en Nueva España (Méjico) y donada a la cofradía de la Vera Cruz por el cirujano Pedro Arias de Benavides en 1565. Realizado en papelón, muestra un estilo más propio de una corriente hispano-flamenca que del arte que se desarrollará en la América hispana, según indica José Navarro Talegón. Su donante impuso una serie de condiciones para concretar la donación: solicitó la entrada en la cofradía sin pago alguno, no ser obligado a la disciplina, a la asistencia a los cabildos ni a los entierros, así como ostentar el derecho a portar el Cristo en las procesiones de penitencia, acompañado por dos cofrades que él designaría, así como el derecho de sucesión en su hijo o en su sobrino. Posiblemente, en el siguiente siglo, se portaría ya en unas andas como el resto de los grupos escultóricos con los que desfilaría la cofradía. La imagen pronto acapararía la devoción de los toresanos, siendo instalado en un nicho en el templo de San Francisco el Grande, y no en el claustro como primeramente se decidió. En el siglo XVIII la cofradía mandó tallar un nuevo retablo para la imagen, el cual fue trasladado a San Sebastián cuando la cofradía tuvo que abandonar el convento por la invasión francesa. Actualmente se expone en la iglesia-museo del Santo Sepulcro.

La Hermandad Penitencial de la Vera Cruz debe fundarse a finales del siglo XV en el convento de San Francisco, conservándose una alusión a esta hermandad en las primeras reglas de la cofradía de Santa María de la Concepción y de la Luz de 1502, fundada en el mismo convento, y que recogía la obligación de sus cofrades de asistir confesados a la procesión del Jueves de Cena para alumbrar a los penitentes de esta cofradía. Organizaba su procesión en la tarde-noche del Jueves Santo, haciendo estación en la Colegiata y en la iglesia parroquial de San Julián. Participaban tanto hermanos de luz como de sangre, costumbre que se prohibió en el sínodo de Zamora de 1768. Esta cofradía la integraban personas de muy diferente condición social, desde linajes nobles de la ciudad hasta gentes más sencillas, y también mujeres y hasta monjas de clausura del convento de Santa Clara, aunque no ostentaran cargos o se flagelaran. Celebraba, como es habitual en estas corporaciones, una fiesta de gloria el 3 de mayo, con solemnes cultos y procesión. Como dato curioso, desfilaba en esta cofradía un paso formado por personas de carne y hueso, configurado por la representación de Cristo, san Juan, un centurión y tres sayones. Contra esta tradición luchó de manera particular la jerarquía eclesiástica, aunque se encontró con la defensa encarnizada de a cofradía, la cual al final tuvo que ceder suprimiéndolo en 1627. A finales del siglo XVIII la cofradía comienza a sufrir un importante declive, afectándole de manera importante la ocupación francesa del convento de San Francisco entre 1806 y 1813, quedando parcialmente arruinado su templo, hasta que en 1835 queda definitivamente desamortizado. La cofradía en 1812 queda establecida en San Sebastián de los Caballeros, donde celebrará sus cultos y procesiones, recuperando en 1826 la fiesta del 3 de mayo tras 19 años sin celebrarla. En los siguientes años volverá a quedar sin actividad, refundándose en 1885 con su unión a la cofradía del Santísimo de la iglesia de San Sebastián, tomando el nombre de cofradía del Señor y la Cruz, y recuperando la procesión del Jueves Santo (denominada popularmente como del Tropel) con los pasos de La flagelación, La oración en el Huerto y una dolorosa cedida por la iglesia del Santo Sepulcro. En 1897 la cofradía nuevamente se encuentra sin actividad, pretendiendo que se recupere la procesión del Jueves Santo al fusionarla con las cofradías del Señor de los templos de Santa Marina y Santo Tomás. De nuevo establecida la cofradía, en la década de los 50 realizará su última procesión penitencial el Jueves Santo, quedando desde entonces sin actividad alguna. Sus antiguos pasos eran: La oración en el Huerto, La flagelación, Jesús Crucificado, la Virgen de las Angustias, y la Exaltación de la Cruz, conjunto que integraba la Cruz y el emperador Constantino y su madre santa Elena arrodillados, realizado en 1623. Su túnica era negra con caperuz morado y cruz blanca al pecho.


Bibliografía: 

La Semana Santa en Toro. José Camarón Valderas. 2007.

El convento de San Francisco en Toro. La Opinión de Zamora. Ver aquí

La cofradía de la Vera Cruz de Toro: aspectos históricos-artísticos. José Navarro Talegón. Actas del IV Congreso Internacional de Hermandad y Cofradías de la Santa Vera Cruz. 2009.

1885: La cofradía del Señor y la Cruz y la procesión del Tropel del Jueves Santo. Roberto Castaño Joaquín. Revista Toro Cofrade. 2014.





Otras entradas:

La flagelación (aquí)

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