Ramón Álvarez, imaginero


Ramón Álvarez es uno de los grandes personajes históricos de la ciudad de Zamora. Como imaginero, cambió la historia de la Semana Santa local, dotando a las cofradías de una personalidad única. También su obra tiene una especial relevancia en la religiosidad popular de la ciudad, tanto en parroquias, conventos y cofradías, perteneciendo él mismo a Jesús Nazareno, Santo Entierro y Nuestra Señora de los Remedios.  Ramón Álvarez Prieto nació el 22 de septiembre de 1825 en el pueblo zamorano de Coreses, teniendo un hermano gemelo. En su familia eran cinco hermanos, llamándose los padres Vicente y Francisca. Con los años, varió el apellido de su madre, anteponiendo el de Moretón incluso en las firmas públicas. Cuando sus padres se deciden trasladar a Zamora en 1835, se instalan en los Barrios Bajos, en la feligresía de San Leonardo. Fue alumno de la Escuela de Dibujo de la Sociedad Económica del País, estableciéndose luego como hojalatero, recibiendo el encargo del Ayuntamiento de Zamora para realizar los faroles que iluminaron la ciudad durante varias décadas, y que todavía se conservan dos en nuestras calles. Casó con Ildefonsa Pérez en 1847, teniendo seis hijos, y estableciendo su domicilio en la calle Balborraz. Fue profesor de dibujo de la escuela a la que asistió, y posteriormente, del Instituto de Segunda Enseñanza y catedrático en 1866. Fue nombrado Caballero de la Distinguida Orden de Carlos III, tras la visita que Alfonso XIII realiza a la ciudad, seguramente debido a la impresión que tuvo el rey al contemplar los grupos que había tallado para la Semana Santa. Murió el día de San Marcos, 25 de abril de 1889, siendo celebrado su funeral en la iglesia de San Andrés, para luego ser enterrado en el cementerio de San Atilano.




Aunque a continuación desarrollemos la ingente labor de Ramón Álvarez a favor de la Semana Santa, su primera vinculación profesional con la misma fue la elaboración de los faroles que adornaban todas las mesas de Semana Santa de la época, hoy una estampa tristemente perdida. Su profesión originaria de hojalatero, propició los encargos de faroles que alumbraban los grupos escultóricos. De ahí, se inició en la labor de tallar las imágenes que han dado fama a la Pasión zamorana.


Cofradías penitenciales 





Ramón Álvarez será conocido por su gran aportación a la Semana Santa local. Él generó un cambio estético y devocional que revolucionará la Pasión de Zamora, hasta el punto que es necesario reconocer que la Semana Santa zamorana forja su personalidad y su estampa actual con los pasos de Ramón Álvarez. Él creará las dos imágenes de más devoción de la Pasión local y los grupos escultóricos que darán fama universal a la ciudad.

La primera obra de envergadura para la Semana Santa de Zamora será el conjunto escultórico de El descendimiento, para la Real Cofradía del Santo Entierro, que se considera fue estrenado en 1959. Este grupo tiene una curiosa concepción, ya que el contrato inicial excluye la talla del Cristo, estipulando exclusivamente cinco figuras. Se desconoce la idea originaria, si se pensaba utilizar otra imagen de Cristo, tal vez pretendiendo resaltar la vinculación de la cofradía con la antigua tradición del descendimiento, tal y como señala Florián Ferrero en su obra sobre esta cofradía. Sea como sea, al final Ramón Álvarez talla la imagen del Señor, ofreciendo un conjunto que sigue el modelo marcado por Gregorio Fernández, y que inaugura su aportación al conjunto de la Semana Santa zamorana.




La caída es uno de los grupos más sobresalientes de Ramón Álvarez, resaltando la belleza del rostro del Señor caído. El escultor se inspiró en la obra de Rafael de Sanzio, Subida al Calvario, conocido popularmente como el Pasmo de Sicilia. El conjunto fue tallado en diversas etapas, iniciándose en 1866 con la imagen de Cristo, la virgen María y el Cirineo; continuando al año siguiente con el cirineo que tira de la soga. Hasta 1878 no se completará el grupo según el diseño original, incorporándose la Magdalena, el sayón que levanta el puño y el famoso Niño de los clavos, para el cual tomó como modelo un niño del arrabal de San Lázaro. La imagen del Señor enseguida caló en la devoción de los cofrades y de los zamoranos, siendo expuesta al culto de manera independiente en la antigua capilla de la cofradía. Al ser una imagen vestidera, enseguida recibió diversas donaciones, como una túnica bordada o una corona de espinas plateada con potencias, que es la que lleva actualmente en la procesión. A partir de 1866, José Andrés Casquero, en su obra sobre la cofradía de Jesús Nazareno, fecha la realización de la imagen del Cristo del grupo del Redopelo o La desnudez (foto del margen), ya que la imagen presenta los rasgos propios de la obra de Ramón Álvarez, considerando que la intervención supera y en mucho un simple retoque. No se conoce la fecha exacta de esta obra, pero el autor antes mencionado, establece un intervalo entre 1866 y 1882. El grupo fue vendido a la Cofradía del Santo Entierro de Benavente en 1902.




El 6 de abril de 1868, Lunes Santo, se bendecía un nuevo grupo escultórico en la iglesia de San Esteban, que impactó a los zamoranos cuando el 10 de abril, Viernes Santo, el Longinos recorría la ciudad y subía, como era tradicional, la cuesta de Balborraz, donde se homenajeaba a su autor con un fuerte aplauso tras un fondo especial que se hizo frente a su casa. En el contrato del grupo, el mismo Ramón Álvarez describía sus imágenes: 
1º Jesús crucificado ya difunto, con semblante tranquilo y hermoso, como que murió por su propio voluntad.
2º Dos hombres crucificados: el uno que muere renegado; el otro que siendo tan malo y perverso como el anterior, se arrepiente y pide a el Seor le depare un lugar en el Paraíso.
3º El jefe de cien hombres montado a caballo, en ristre su lanza y la clava en el costado de Jesús pero en ese momento conoce que ha herido al Accedor del Universo y se conbierte.
4º María Santísima, que no pudiendo ver tanta crueldad se cubre el rostro con el manto.
5º San Juan llora la pérdida de su Maestro como que era el discípulo muy amado
6º María Magdalena en actitud de gran sentimiento.

La cofradía y los vecinos celebraron con verdadera alegría el nuevo grupo. Tal y como cuenta Florián Ferrero:
En la plaza, junto a la iglesia, se mandó reunir manojos de leña y se hizo un gran fuego, mientras eran disparados "diez dozenas (de cohetes) comunes ... (y) cuatro docenas de os y tres truenos".

En 1873, la Cofradía de la Santísima Resurrección, encargó al imaginero su titular, sustituyendo una antigua imagen de bulto. Se dice que el escultor tomó como modelo a un mudo de la Horta. Tras esta talla, la cofradía siempre anheló poder encargarle también la imagen de la Virgen, encargo que no pudo hacerse al no tener recursos suficientes la cofradía.

Una de sus grandes obras, que provocará un fuerte impacto devocional en la ciudad y que renovará una antigua advocación, es la imagen de Nuestra Madre de las Angustias. Antiguamente se creía que se talló en 1865, año en que se fundó la Confraternidad, orden tercera de los servitas, confusión que es explicada por Florián Ferrero en "Historia de una Devoción". José Andrés Casquero Fernández fue el que dio la fecha exacta de su realización: 1879, siguiendo lo que describe El Eco del Duero en su crónica del Viernes Santo. Existe cierta confusión en torno al papel del vizconde de Garcigrande en el conflicto con la parroquia y la cofradía. Florián Ferrero explica en la obra ya citada la cuestión:
Gracias a una nota, sin fecha, firmada por Francisco Falcón Martín, que durante muchos años fue corrector de la cofradía servita, conocemos unos interesantes datos como que pasa a ser propiedad de la iglesia de San Vicente porque fue sufragada por la Confraternidad, la parroquia y devotos, entre ellos el vizconde de Garcigrande: Lo propio sucede con las nuevas imágenes de Nuestra Madre y de su Santísimo Hijo, pues amén de haber contribuido con buenos donativos devotos que no heran hermanos de la orden, el señor vizconde como su patrono y por haber llevado la antigua imagen para su capilla del Perdigón entregó al administrador de la Orden 1.000 reales.
Así se despeja el mito de la disolución de la cofradía con el castigo posterior de la retirada por parte del vizconde de Garcigrande de la imagen, lo cual habría obligado a tallar una nueva virgen. La realidad es que estamos ante la típica renovación de una imagen según los gustos de la época, la cual es costeada en parte por devotos, el vizconde y la Confraternidad, quedando en propiedad de la parroquia la imagen. Una vez que llega la nueva talla, la anterior es retirada y regalada al donante más generoso, que es el vizconde, el cual la lleva a su capilla funeraria en el pueblo de El Perdigón, donde hoy permanece al culto, siendo la titular de una cofradía similar a la de Nuestra Madre de las Angustias.


En 1881, retocó el grupo de La oración en el Huerto, de la cofradía de la Vera Cruz, aunque su intervención parece ser fue menor que la que ejecutó con el Cristo del paso de La flagelación de la misma hermandad. En 1885 están datadas dos obras para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación: el grupo de La crucifixión y la Verónica. La idea de un nuevo grupo surge en 1880, con el deseo de sustituir el antiguo conjunto, que ya no satisface los gustos estéticos de la época. Ese mismo año se contacta con Ramón Álvarez, estableciendo una serie de condiciones, entre ellas que los sayones "serán parecidos a los que forman el paso de la Caída". A lo largo de los siguientes años, la cofradía tendrá un largo pleito con el escultor, el cual parece mostrar cierta apatía a la hora de terminar el grupo. Esta obra será el conjunto más grande de los que hizo Ramón Álvarez, componiéndose de hasta nueve figuras. Ese mismo año, tallará La Verónica, regalo del Gremio de Comerciantes de Tejidos, tras solicitar la cofradía su ayuda económica. Según Jesús Hernández Pascual (citado por José-Andrés Casquero), lo que más resalta de la talla es su cabeza, siendo una interpretación religiosa de la Venus de Milo. En 1886 se bendice la Virgen de la Soledad;convirtiéndose en el referente devocional de la Semana Santa local. Fue donación de D. Joaquín Muñiz, que como dice textualmente un acta, su intención era: "que reúna las condiciones de arte y veneración que requiere esta clase de obras". Para su estreno en la madrugada del Viernes Santo, se bordó un nuevo manto y túnica.


La Virgen de los Clavos, del Santo Entierro, es la última obra que talló Ramón Álvarez, ya enfermo. El encargo de esta imagen tiene una curiosa historia, ya que se circunscribe al estreno de un nuevo manto y mandil, que se considera exige una nueva talla acorde a la calidad de las telas. El manto, de la casa francesa de los Srs. Boubard Deville, de Lyon, se hizo a medida de la anterior imagen, lo cual obligó al escultor a hacer la nueva talla con las medidas previas. El Viernes Santo de 1887 se estrenó todo el conjunto. Tras esta obra, tenemos constancia de su intervención en la imagen del Jesús de La flagelación, a partir de 1888, intervención que tuvo que terminar uno de sus discípulos, José Hernández. Como fue habitual en este tipo de intervenciones, dulcificó el rostro, retalló los cabellos y la barba, rehízo el paño de pureza y lo policromó. Otra imagen que se le atribuye a su gubia es la Virgen de las Espadas, de la cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, aunque no existe documentación que avale dicha teoría (aquí).

Para terminar, podemos referirnos a otras obras que el imaginero hizo para diversos pueblos. Aunque durante un tiempo se pensó que era su primera obra, la Virgen de los Dolores de Manganeses de la Lampreana, ha sido datada en 1860, gracias al lema que aparece en la pared del retablo que fija donante y año. Para el mismo pueblo, talla la imagen de un Nazareno en 1866. Para Alaejos, en Valladolid, talló en 1884 un Cristo Yacente, venerado en la iglesia de San Pedro, actualmente titular de la Cofradía del Santo Entierro. En Villaralbo existe un Nazareno que pudo ser intervenido por Ramón Álvarez, al tener rasgos propios de su obra.


Cofradías de gloria 

Ramón Álvarez formaba parte del ambiente devocional de su época, y al margen de la Semana Santa, tuvo mucho contacto con diversas hermandades, conventos, parroquias…etc. Conocemos que pertenecía a la cofradía de la Virgen de los Remedios, devoción muy en boga en aquella época, imagen que también posiblemente intervino, al igual que un antiguo crucificado existente en dicha ermita. Ramón Álvarez era conocido como "el de los santos" o "el santero", era un hombre piadoso al cual el clero o las monjas tendrían fácil acceso para pedirle pequeños trabajos que en muchos casos no se registrarían. Son muchas sus obras menores, retoques, “restauraciones” entendidas en la época…Por ejemplo, podemos citar su intervención en la Virgen del Amor Hermoso, anteriormente de las Flores, que le encarga la parroquia de San Ildefonso y la Archicofradía del mismo nombre; la talla de similar advocación existente en Toro o en Manganeses de la Lampreana, o la transformación de un san Ignacio de Loyola en san Atilano de la iglesia de San Andrés (1880). 

Sus obras para cofradías de gloria son en algunos casos muy desconocidas por el gran público. En 1870 realizó un grupo representando la aparición de la Virgen de la Saleta a los pastores Maximino y Melania, acontecido en la población francesa de La Salette en 1846. Se había formado una cofradía cuya sede estaba en el antiguo convento de la Concepción, y se le solicitó al escultor que tallara la Virgen con los pastores (foto del margen). La hija de Ramón Álvarez regaló los vestidos de los dos pastorcitos. Actualmente, este grupo puede venerarse en el convento de Santa Clara cada mes de septiembre, en el triduo que se celebra en su honor. En 1877 nos encontramos una “reforma” que bien puede catalogarse como una obra completamente suya, al tener los rasgos característicos de su imaginería, como señala Jesús-Andrés Casquero en la obra que dedica a esta cofradía. La Virgen del Yermo, venerada en la parroquia de San Lázaro, lleva un lema en la base del candelero  que dice: "(...) se reformó esta imagen por Ramón Álvarez (...)", señalando además que dicha reforma fue costeada por varios vecinos. La imagen del Niño Jesús es prácticamente similar al Niño que se conserva en la parroquia de San Vicente Mártir, lo que hace pensar que salió íntegramente de su mano.

En 1884 parece ser que entrega la imagen de la Peregrina a su cofradía titular, fundada en la década de los 70 de dicho siglo, aunque con pretensión de ser la sucesora de otra antigua hermandad dedicada a la Ascensión. Desconocemos el cómo surge esta advocación y la idea de tallar una imagen así, aunque podríamos estar ante una reinterpretación de la Virgen de la Concha, si fuera esta imagen a la que Urcisino Álvarez se refiere en 1883 en la publicación Zamora Ilustrada, cita que llegó a hacer pensar a los historiadores, que la actual imagen de la Patrona zamorana había sido tallada o restaurada por el imaginero local, hecho que a día de hoy se rechaza al no existir ningún documento que lo avale. Junto a esta obra, citamos otro “retoque” que hizo en la iglesia de San Antolín: la imagen de San José, por cuyo trabajo, al no tener la parroquia suficiente dinero, le regaló una serie de cuadros.En la provincia, tenemos otras imágenes talladas por Ramón Álvarez, como por ejemplo, la Virgen del Carmen de Benavente (1873), con una fuerte devoción popular; o la Inmaculada de la parroquia de San Julián (1883), de la ciudad de Toro, de una belleza excepcional.


CRONOLOGÍA 





1859, El descendimiento, para la Real Cofradía del Santo Entierro (aquí).
1860, Virgen de los Dolores, para Manganeses de la Lampreana.
1866, Jesús caído, la virgen María y el Cirineo, del paso de La caída, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación (aquí)
1866, Jesús Nazareno, para la parroquia de Manganeses de la Lampreana.
Entre 1866 y 1882 Cristo del Rodopelo o Denudez, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación, hoy en Benavente, en la Cofradía de la Vera Cruz y Santo Entierro (aqui).
1867, el sayón que tira de la cuerda del paso de La caída, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación.
1868, La lanzada o Longinos, para la Real Cofradía del Santo Entierro (aquí).
1870, Virgen de la Saleta y pastores Melania y Máximino, para la cofradía del mismo nombre (aquí).
1873, Jesús Resucitado, para la Cofradía de la Santísima Resurrección (aquí).
1874, Virgen del Carmen, para la parroquia de San Andrés, actualmente Santa María del Carmen de Renueva, Benavente (aquí).
1875. Nuestro Señor de la Columa, de la hermandad de la Flagelación, Medina de Rioseco (aquí).
1877, “reforma” de la Virgen del Yermo, para la cofradía del mismo nombre (aquí).
1878, María Magdalena, el niño de los clavos y un sayón, del grupo de La caída, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación.
1879, Nuestra Madre de las Angustias, para la parroquia de San Vicente Mártir y Confraternidad (aquí).
1880, transformación de san Ignacio de Loyola en san Atilano, iglesia de San Andrés.
1883, Inmaculada, para la parroquia de San Julián de Toro.
1883, restauró la imagen de la Virgen del Olmo (Villaescusa), profanada por un grupo de protestantes, reincorporándole las manos y la cabeza.
1884, Virgen Peregrina de San Antolín, para la cofradía del mismo nombre (aquí).
1884, Yacente, para la parroquia de Alaejos (Valladolid) (aquí).
1885, La crucifixión, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación (aquí).
1885, La Verónica, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación (aquí).
1886, Virgen de la Soledad, para la Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo Congregación (aquí).
1887, Virgen de los Clavos, para la Real Cofradía del Santo Entierro (aquí).
1888, rehace la imagen de Jesús del paso de La flagelación (aquí).
1888, reforma la Virgen del Rosario de Alfaraz de Sayago (aquí).

REPORTAJE: Exposición sobre el imaginero Ramón Álvarez, 125º aniversario de su muerte (aquí)




BIBLIOGRAFÍA

Zamoranos Ilustres. Florián Ferrero Ferrero y Concha Ventura Crespo. La Opinión de Zamora. 1997.


Historia de la Real Cofradía el Santo Entierro. Florián Ferrero Ferrero. 1987.

Historia de la Cofradía de Jesús Nazareno vulgo "Congregación". José-Andrés Casquero Fernández. 2001.

La Cofradía de la Virgen el Yermo. José-Andrés Casquero Fernández. 2002.

La cofradía de la santa Vera Cruz de Zamora. Historia y patrimonio artístico. Miguel Ángel Jaramillo Guerreira y José Andrés Casquero Fernández. 2009.

Historia de una devoción. Nuestra Madre de las Angustias. Florián Ferrero Ferrero y Alberto Martín Márquez. 2012.

Ramón Álvarez 1825 – 1889. José Andrés Casquero y José Ángel Rivera. Junta Pro Semana Santa. 2014. 




FOTOGRAFÍAS

1. Nuestra Madre de las Angustias.
2.  La Inmaculada (Toro)
3. La crucifixión. 
4. El descendimiento.
5. La caída.
6. Jesús del Redopelo (Benavente)
7. La lanzada o Longinos
8. Jesús Resucitado.
9. La Virgen de la Soledad.
10. La Virgen de los Clavos.
11. La Virgen del Yermo.
12. La Virgen de la Saleta.
13. La Peregrina.
14.Yacente (Alaejos).
15. La Virgen del Carmen (Benavente)
16. Virgen del Rosario (Alfaraz de Sayago).
17. Nuestro Señor de la Columa (Medina de Rioseco).




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