La Procesión de las Imágenes


 Virgen de la Hiniesta


"En lo que se manifiesta esta devota Imagen de la Inista singularmente milagrosa, es en socorrer a toda la tierra en las necesidades públicas, y especialmente, cuando los campos carecen de agua, y sedientos piden por las bocas, que abre la tierra, y por las de los labradores, que claman al Cielo les conceda socorro a su necesidad por medio de esta prodigiosa Señora, y de otra devota Imagen de la misma Virgen MARÍA, que llaman Nuestra Señora del Viso."
Compendio histórico de Juan de Villafañe (1726)


Posiblemente una de las tradiciones que mayor fervor ha despertado en la historia de Zamora, su alfoz y las comarcas limítrofes del Pan y del Vino, ha sido la llamada Procesión de las Imágenes, protagonizada por dos advocaciones medievales, vinculadas a la ciudad y al Cabildo de la Catedral. La Virgen de la Hiniesta fue el referente devocional de Zamora desde el siglo XIII al XVIIII, hasta el punto de que su santuario era lugar de reunión del concejo de la ciudad en 1492 para resolver importantes problemas que solo bajo su amparo podían encontrar solución. También, su vinculación a Zamora se renovaba año tras año, en la romería que llevaba y lleva a la patrona de Zamora, Nuestra Señora de San Antolín, hasta su iglesia, cada Lunes de Pentecostés. Y la Virgen del Viso recibe su nombre, según cuenta la leyenda, por el "aviso" que recibió un pastor para recuperar al culto las reliquias del que sería después patrono de Zamora, san Ildefonso, arzobispo de Toledo y padre de la Iglesia hispana. Curiosamente, ambas imágenes no pertenecían a la ciudad, estaban relativamente alejadas de Zamora y eran patronas de dos comarcas. El cabildo de la Catedral, custodio de ambos templos, convocaba a las diversas curias, cofradías y pueblos para disponer la rogativa, permaneciendo en la ciudad solo un día, pero bien medido en su protocolo y actos de cultos.

La Virgen de la Hiniesta es una talla románica venerada como la patrona de la Tierra del Pan, además de protagonista de una de las romerías más antiguas de España. La imagen aparece sobrevestida al modelo barroco, ocultando sus líneas románicas, siendo una imagen de la Virgen sentada sobre un trono con el Niño en su regazo. Según consta en diversos documentos antiguos, originariamente la Virgen podría tener la tez morena, siendo una de las vírgenes negras originales de la Península Ibérica. Recibe culto en el retablo del altar mayor de la iglesia consagrada a su advocación, templo que nos muestra una portada gótica. La leyenda dice que fue encontrada en 1290 entre hiniestas (arbustos) por el Rey Sancho IV cuando iba de cacería, siendo trasladada a la ciudad y siendo depositada en la iglesia de San Antolín, donde se veneraba a la patrona de Zamora, la Virgen de San Antolín, posteriormente conocida como la de la Concha. El Lunes de Pentecostés se trasladó a la Virgen de la Hiniesta desde Zamora a su lugar de hallazgo, donde se habría levantado un templo, primera romería presidida por los mismos reyes, en la cual seguramente participó todos los estamentos de la ciudad y probablemente otras imágenes. La crítica histórica ha demostrado que el pueblo de La Hiniesta ya existía en el s.XIII, incluso con el mismo nombre, y que también había un templo en dicho pueblo. Así pues se trataría de entronizar la imagen en una iglesia que se reconstruiría o se engrandecería, siendo bendecidas las nuevas obras en el trascurso de dicho Lunes de Pentecostés, rito del cual queda constancia al mantenerse la procesión alrededor del templo a la llegada de la romería. El rey Sancho IV estableció un privilegio para sus habitantes, los cuales destinaban sus impuestos al mantenimiento del templo, cedido al Cabildo de la S.I. Catedral, costumbre que se mantuvo hasta el s.XIX, todo ello justificado al ser un templo de fundación real.



Virgen del Viso 


La Virgen del Viso es una imagen gótica, oculta a excepción de su rostro, bajo un armazón y diversos ropajes, incorporándose los brazos, que no corresponden a la talla original. La advocación tiene su origen en 1260, cuando la tradición señala que la virgen María habló a un pastor, refiriéndose al lugar donde se ocultaban los restos de san Ildefonso, y bajo ellos, el de san Atilano. El pastor, llamado Pascual, fue a la iglesia y convención al párroco para elevar al obispo esta información, encontrándose todo tal cual le había dicho la Virgen. La imagen de santa María fue revistiéndose según la moda barroca, y especialmente tras el accidente de 1628, año en que la imagen se cae de su carro triunfante, y se precisa repararla, incorporándole un armazón de hierro. En la cima de la colina donde la Virgen le habló al pastor, se construyó una ermita, donde se veneró a santa María hasta la ruina del templo en 1792, trasladando la imagen a la iglesia parroquial de Bamba. También aquí se habla de diversos prodigios, como la lucha entre los pueblos de Madridanos y Bamba por la imagen, dejando a los bueyes que dirigían el carro la decisión de dónde se albergaría la imagen, decidiendo siempre ir a Bamba. La imagen es venerada de forma especial en torno a Pentecostés, siendo el lunes el día grande, pero acogiendo al resto de pueblos del entorno, que van a cumplir diversos votos a la Virgen durante dichos días. Aunque parece ser que nunca tuvo una cofradía titular establecida en su santuario, existe alguna referencia a diversas cofradías de Santa María del Viso en la comarca de Zamora: en 1501 aparece en las actas del Concejo de la ciudad una cofradía de Santa María del Viso y en 1697 existía una con dicha advocación en Moraleja, pero acabó extinguiéndose debido al conflicto con el propio santuario.

Cuando Zamora y su tierra se veía azotada por alguna catástrofe, tal como plagas de langosta, sequía, cólera morbo y otro tipo de calamidades, los sesmeros o procuradores que representaban a las diversas tierras de las comarcas del Pan y del Vino, solicitaban al Ayuntamiento de la capital que iniciara la petición al cabildo de la Catedral para la convocatoria de la Procesión de las Imágenes. Dos caballeros regidores, junto a los sesmeros, una vez que se tenía la aprobación del Cabildo, iban consensuando los días y las horas de llegada, mientras los canónigos anunciaban a las diversas curias de los pueblos la preparación de la procesión. Todo ello se regía por un ceremonial que aprobó el Cabildo de la Catedral en 1588 para establecer el cómo se desarrollaría dicha procesión. Cada imagen venía acompañada por las diversas parroquias y cofradías de su comarca, acompañando estas con sus estandartes, pendones, banderas y cruces, entre las que resaltaban los llamados Viriatos, banderolas de varios metros de longitud llevados por varios mozos y que representaban a las parroquias.

La Virgen de la Hiniesta bajaba de su camarín en su urna de plata, que era depositada sobre un carro que era portado por bueyes. Para abrir su reja, se precisaban dos llaves: una en poder del párroco de la iglesia y otra en manos del cabildo de la Catedral. Se dirigía a la ciudad entrando por la puerta de Santa Ana, siguiendo la calle Larga, subiendo por la actual calle de El Riego y entrando a la Plaza Mayor por Renova. En cambio, la bajada de la Virgen del Viso era más complicada, pues primero tenía que bajar desde su ermita a Bamba, donde pasaba la noche, siendo colocada en el lado del evangelio del templo. Se iniciaba la procesión al mediodía, siguiendo el orden establecido en la jornada previa, tal y como establecía el Orden de 1588: los pueblos de Moraleja, Bamba y Sanzoles tenían el derecho reconocido de ir los más cercanos a la Virgen, y los demás ganaban antigüedad según iban llegando a la ermita, guardando dicho turno para el traslado a la ciudad del día siguiente. La Virgen del Viso era recibida en la ciudad por los monjes franciscanos y jerónimos (cuyos conventos se encuentran en la margen izquierda del Duero), subiendo en su carroza por la cuesta de Balborraz. Antes de entrar ambas procesiones en la Plaza Mayor, era echada a suertes la prioridad en la procesión general, y la que ganaba, era la primera en pasar en la ida, invirtiendo el orden en la vuelta. En la Plaza Mayor esperaba toda la curia de la ciudad de Zamora, particularmente el Cabildo, así como sus instituciones municipales y las cofradías de la ciudad. Allí se saludaban los pendones y las diversas insignias de los pueblos, siguiendo el protocolo establecido: "los que vinieren con la ymajen de la Yniesta ora de los lugares que vinieren con la ymajen del Viso y luego bayan interpolados unos con otros" (Orden de 1588). Es decir, si pasaba primero uno de La Hiniesta, luego sería otro del Viso, intercalándose los pueblos, orden que se variaría en la procesión de la jornada siguiente, pasando primero uno del Viso y luego uno de La Hiniesta. Una vez que llegaban las imágenes se seguía un curioso protocolo: desfilaban las imágenes juntas hasta llegar a alguna estrechez, estableciéndose cual pasaba primero y luego turnándose hasta la siguiente estrechez. Es decir, la Hiniesta se colocaba a mano derecha y la del Viso a la izquierda, y al llegar a la estrechez de la Rúa, pasaba primero la Hiniesta, volviéndoe a poner a la misma altura en la plaza del Conde (Viriato), colocándose a mano derecha la del Viso y a la izquierda la de la Hiniesta. Al llegar a la estrechez de la Cruz de la Rúa (¿Concepcionistas?), se invertía el paso anterior: pasaba primero la del Viso y luego la de la Hiniesta, volviéndose a situar ambas imágenes a la misma altura en la plazuela de la Magdalena, quedando nuevamente a la misma altura. Este protocolo se establecía para evitar los graves conflictos que se establecían entre los pueblos, y que por desgracia llegaban en ocasiones a peleas con heridos graves. A la llegada a la Catedral, las imágenes eran entregadas al Cabildo, celebrándose en el templo las preces por la lluvia o por la calamidad que se quería resolver, y a su término se iniciaba la procesión hasta la iglesia de San Pedro, donde se montaba un altar portátil, siendo veneradas las sagradas imágenes bajo las reliquias de los santos patronos: la Virgen de la Hiniesta al lado del  evangelio y la del Viso al lado de la Epístola.



Carro donde era trasportada la Virgen de la Hiniesta hasta Zamora 



La noche era vivida también con bastante intensidad, siendo comparada a la noche del Jueves Santo. La ciudad se cubría de luminarias y acudían a la iglesia de San Pedro las cofradías penitenciales de la Vera Cruz y de la Cruz de San Frontis, con sus disciplinantes. En la jornada siguiente, las diversas órdenes religiosas y de forma especial, el cabildo de la Catedral, celebraban la Eucaristía ante las sagradas imágenes. Una vez finalizada, se organizaba la procesión con el mismo protocolo que el día anterior, teniendo prioridad la que el día previo había esperando. La procesión general hacía estación en los conventos del Corpus Christie y de las Concepcionistas, despidiéndose en la Plaza Mayor con los diversos saludos de pendones e insignias. La Virgen del Viso seguía el mismo recorrido, haciendo estación en San Juan de las Monjas (actual Santa María de la Horta) y en las Dominicas Dueñas, cogiendo el camino de Moraleja y llegando a Bamba, donde se celebraba una solemne novena, a cuyo término regresaba a su ermita. La Virgen de la Hiniesta no seguía el mismo itinerario: bajaba por la Cárcaba (actual Costanilla) e iba a hacer estación en los Remedios y en el convento de Santo Domingo. Desconozco si seguía después el camino de Valorio o subía por San Lázaro.


Según Amando Gómez "todo el siglo XVII es una contínua romería con las imágenes del Viso y de la Hiniesta, toros y cañas y épocas de miseria y abandono". Tenemos constancia de varias de procesiones:

En 1593, debido a la sequía, conocida por el milagro que curó a una niña tullida. 
En 1598, en abril, conocida por la cura milagrosa de un enfermo en el hospital de Sotelo de Zamora. 
En 1602, conocida por la curación de una pierna de un jinete caído de su caballo. 
El 1612, el 13 de mayo, registrada por el efecto inmediato al caer un importante aguacero cuando las imágenes entraban en la Plaza Mayor, acto presenciado por un arzobispo y varios obispos. 
En 1620, convocada por la sequía. 
En 1628, registrándose durante la procesión la caída de la Virgen del Viso desde su carro. 
En 1650, convocada por la plaga de langosta. 
En 1679, el 28 de mayo, llegan las imágenes a Zamora con motivo de la hambruna. 
En 1680, convocada de nuevo por la sequía. 
En 1700, rogativa por la falta de agua. 
En 1703, nuevamente se trajeron las imágenes a la ciudad. 
En 1713, rogativa por el estado de los campos y la plaga de langosta. 
En 1720, 1723, 1726, 1734, 1737, 1738, 1739, 1742, 1743, 1744, 1750, 1751, 1752, 1753 y 1754 los procuradores solicitan la rogativa por la escasez de agua. 
En 1757, 1764, 1767, 1772 se realiza la rogativa de las imágenes pero desconocemos la causa. 
En 1773, se convocará la última rogativa de las imágenes. 

La Procesión de las Imágenes se celebraba con toda solemnidad, participando todas las instituciones de la ciudad y de las comarcas. Pronto surgieron problemas protocolarios entre cofradías, instituciones civiles y eclesiásticas; así como el gasto comenzaba a ser excesivo. También el pensamiento ilustrado comenzaba a mirar con rechazo estas manifestaciones de fe. En el siglo XVIII comenzaron las protestas y el conde de Aranda, Corregidor del Ayuntamiento de Zamora, aducía en contra de la Procesión de las Imágenes "desórdenes y excesos escandalosos y ofensivas al culto y veneración debido a las sagradas imágenes". La rogativa de 1734, en la cual se registran diversos heridos en la procesión de la Virgen del Viso, obliga a abrir un procedimiento en la Chancillería de Valladolid. Fernández Duro, en cambio, indica que detrás de estas protestas estaban los grandes señores que pensaba que estas "distracciones" acababan haciendo ociosos a los campesinos y trabajadores. En 1764 parece que ya existe un movimiento dirigido a prohibir la procesión, orden que acabó llegando el 8 de mayo de 1773, cuando el Consejo de Castilla termina con esta tradición de forma irrevocable. A partir de esa fecha, los cultos deben celebrarse en sus propias iglesias, existiendo gastos registrados en el Ayuntamiento por las novenas celebradas, por ejemplo, en 1815 a la Virgen de la Hiniesta y a la del Viso, y en 1828 a la de la Hiniesta. A partir de estas fechas, la devoción a ambas imágenes va entrando paulatinamente en decadencia,  resaltando, por ejemplo, la ruina de la ermita del Viso en 1792.



Virgen de la Hiniesta en su urna de plata, regalo de los pueblos de la comarca del Pan. 


Habiendo consultado diversas fuentes documentales y conociendo algunas tradiciones orales, se puede plantear alguna duda con respecto a la Procesión de las Imágenes. En una fuente se habla de la presencia de la Virgen de Gracia, patrona de Sayago, en dicha procesión; justificándolo con que esta comarca también es fronteriza con la ciudad de Zamora, en este caso, por la zona de San Frontis. Pero conociendo que Almeida de Sayago dista más de 40 kilómetros de la capital, parece poco probable la presencia de dicha imagen según el ceremonial de las otras dos, cuya presencia en la capital se reducía a escasas 24 horas. Sobre la presencia de otras imágenes de la capital o de otros pueblos cercanos, sería más lógico, pero no he encontrado ninguna referencia en las obras posteriormente expuestas. Alguna vez se ha señalado la presencia de la Virgen de la Concha en la misma, pero no he encontrado ninguna cita textual. Es lógico pensar, según el itinerario seguido por la Virgen de la Hiniesta (calla Larga), que haría estación en San Antolín, su primera casa y templo de la patrona de la ciudad y sede de la cofradía que la visita anualmente, bien entrando en la iglesia, o bien saliendo la Virgen de la Concha a recibirla, tal y como supone monseñor Manuel Boizas. Aún así, repito que no he podido consultar ninguna cita explícita de este hecho.

La Procesión de las Imágenes no se ha vuelto a celebrar, pero ambas vírgenes han salido de manera extraordinaria con algún motivo. Ambas retornaron a Zamora con motivo de la exposición de las Edades del Hombre, celebradas en la Catedral en 2001. Ninguna de las dos ha vuelto en romería a la ciudad, solo la Virgen de la Hiniesta en el año 1992 con motivo de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Concha, pero sin hacer el camino y siendo trasladada a la ciudad en un vehículo. La Virgen del Viso, la última vez que participó en una procesión, fue el 6 de diciembre de 1988, con motivo del año mariano convocado por el papa Juan Pablo II, limitándose el desfile a las calles del pueblo de Bamba.


Virgen del Viso


Bibliografía consultada:

Compendio histórico en que se da noticia de las... Imágenes de... María Santísima... en los santuarios de... (1726)
Villafañe, Juan de.

Breve noticia de algunas antigüedades de la ciudad y provincia de Zamora (1878)
Referencia de Jerónimo Martínez de la Vega, 1618.
Tomás María Garnacho.

Apuntes y noticias curiosas para formalizar la historia eclesiástica de Zamora y su Diócesis (1898)
Melchor Zataraín Fernández

Memorias históricas de la ciudad de Zamora, su provincia y obispado (1882)
Fernández Duro, Cesáreo

Historia general, civil y eclesiástica de la provincia de Zamora
Álvarez Martínez, Urcisino (1889)

La Virgen de la Concha y su cofradía. Apuntes (1943)
Monseñor Manuel Boizas López

Guía para visitar los santuarios marianos de Castilla y León. Encuentro Ediciones.

Bamba y su Santuario de Santa María del Viso. José Carlos de Lera Maíllo. 2012.


Otras entradas:

Virgen de la Hiniesta, Patrona de la Tierra del Pan (aquí)

Virgen del Viso, Patrona de la Tierra del Vino (aquí)

Comentarios

  1. Muy interesante Alberto, había escuchado hablar de esta procesión, mi abuela es de Bamba y devota de la Virgen del Viso, pero no tenía tantos datos como ofreces en el artículo. La Virgen del Viso es una preciosidad, pero la transformación que vemos es una aberración artística, tiene formas desproporcionadas y una posición poco real. Enhorabuena. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias, Javier. He disfrutado mucho investigando esta cuestión, aunque sea con mis reducidos recursos. He intentado buscar alguna foto de la Virgen del Viso sin vestidos, pero no ha habido manera. Espero que en el futuro podamos saber y conocer más, que es la única manera de amar más nuestras tradiciones (incluso las perdidas)

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  3. Creo recordar que la Virgen del Viso se expuso sin ropas en las Edades del Hombre de Zamora. Aunque no muy buena, en el catálogo aparece una fotografía sin las ropas. Un saludo.

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  4. Cierto, en las Edades de Hombre de Zamora se expuso la imagen sin ropas, cosa que debió impactar a la gente de la Tierra del Vino. De hecho, tengo entendido que se acordó que la imagen no volviera a introducirse en el cepo, pero al final, no se hizo así. Gracias, Manuel. Un abrazo.

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